Los medios de comunicación nos bombardean con noticias sobre desastres ecológicos, índices de contaminación extremos y cambios climáticos preocupantes. La mayoría, al escuchar o leer estas noticias, no puede evitar sentir impotencia y frustración ante la imposibilidad de hacer frente a los gigantes corporativos o a la maquinaria económica, que a todas luces, parecen ser los causantes del desastre. La frustración conduce primero a la desesperanza y a la rabia; y más tarde, a la apatía y al pesimismo.
Curiosamente, estos sentimientos ante la destrucción del planeta resuenan con lo que les está ocurriendo a muchas personas en el ámbito personal.
En la clase media, constatamos cada vez más una sensación de vacío e insatisfacción. El número de dolencias psicológicas se está duplicando. Según la Organización Médica Colegial, en la actualidad existen 6 millones de personas en España con depresión1. En los últimos diez años, la venta de ansiolíticos y antidepresivos se ha triplicado en nuestro país y cuadruplicado en los EE.UU. Las bajas laborales por depresión y crisis nerviosas se están haciendo cotidianas. Las empresas empiezan a hablar de una epidemia, que les ocasiona “pérdidas” millonarias. Por otra parte, los profesores están horrorizados ante los brotes de violencia y las actitudes reaccionarias de sus alumnos. Personas de cuarenta y cincuenta años atraviesan crisis de identidad tan tremendas que tienen que recurrir a la medicación. La familia, la pareja, los hijos o la carrera no han aportado mucho y se sienten tristes y vacías.
Ante este panorama, el yoga y la meditación han dejado de ser prácticas esotéricas para convertirse en estrategias necesarias para mantener la cordura y sobrevivir en una sociedad local y contradictoria que nos exige trabajar mucho y divertirnos aún más.
En cierta manera, somos presa de la destrucción externa del planeta y de la interna de la persona. El planeta está enfermo y el individuo está enfermo.
¿Podemos establecer alguna relación entre ambas? ¿Podemos curar al individuo “sanando” el planeta?
Compartir el post "La Ecología Profunda como camino hacia el bienestar"