Los empedrados se forman con piedras irregulares, cuyo extremo más puntiagudo se hinca sobre el mortero que sirve de cama. La colocación de empedrados se hace con maestras “listones o nervios”. Concluido un trozo de empedrado, hay que apisonarlo fuertemente para que después no lo hundan las personas que transiten sobre él. Terminado el dibujo, se puede verter una lechada de cal y arena fina para que asegure unas piedras con otras y se riega.
Es una técnica constructiva tradicional de carácter ancestral, heredada de los romanos y los árabes, con grandes posibilidades creativas, en la que, a base de pequeños cantos de río, se crea un suelo pétreo muy resistente y adaptable a cualquier entorno.